Este artículo fue escrito originalmente y corresponde al capítulo dos en la compilación: R. G. Lee & N. Harris (Eds.) Relational Child, Relational Brain: Development and Therapy in Childhood and Adolescence. (Routledge/GestaltPress, 2011) y publicadó en el British Gestalt Journal en el otoño del 2007, 16(2), 38-45 y publicadó en franc\és (traducción: Danielle Poupard) en 2010 en Revue qu\éb\écoisede Gestalt, 12, 51-67.
La pertenencia y la vergüenza en la infancia La interacción entre lo relacional y el desarrollo neurobiológico en los primeros dos años de vida1
Robert G. Lee (Traducción: Marina Ayo Balandrano)
Síntesis
Los hallazgos recientes en las investigaciones neurobiológicas, avalan y apoyan algunos de los puntos que la teoría de campo de Gestalt maneja sobre el desarrollo infantil. Este artículo examina las aportaciones que hace la literatura de la investigación neurobiológica sobre la importancia de la interrelación en la estructuración de los circuitos neuronales durante el primero y segundo año de vida y el significado que esta información tiene para la perspectiva construccionista intersubjetiva de la Gestalt. Las áreas revisadas incluyen la interconexión entre cuidador-infante que permite que se desarrollen los circuitos neuronales del ciclo euforia/excitación; el papel que desempeñan los pequeños eventos de vergüenza y reparación en la normalización de la desaprobación como una herramienta para la pertenencia; las bases neurológicas del desarrollo del campo de la vergüenza, y una discusión de cómo es que la investigación neurológica apoya la necesidad de establecer diagnósticos desde la perspectiva de campo, más que desde una perspectiva individualista.
La teoría de campo de la Gestalt recalca la importancia de una relación de sintonía (vinculación) durante el desarrollo infantil. Sobre esta idea y las consecuentes se basa y derivan los principios que Gestalt ha sostenido desde hace tiempo acerca de cómo estamos interconectados y como las experiencias intersubjetivas, co-creadas son la base del desarrollo del yo/otro.
Esta idea ha sido reforzada por los hallazgos de la investigación actual del cerebro, los cuales de manera paralela apoyan la teoría Gestalt. Por ejemplo, esto se puede apreciar en lo que dice Siegel (1999) en la introducción de su libro, The Developing Mind: “La mente emerge de la actividad del cerebro, cuya estructura y funcionamiento está moldeada directamente por
1 El autor agradece a Lee Geltman por su ayuda para editar este manuscrito.
las experiencias interpersonales” (p. 1). En lo que respecta al desarrollo del bebe, Siegel
Es trav\és de la experiencia como se conforma la actividad neuronal y la potencia de las conexiones neuronales a lo largo de la vida; las experiencias tempranas en la vida pueden ser especialmente importantes en la manera en que se organizan y desarrollan las estructuras básicas del cerebro” (p. 13).
En este artículo reviso la literatura pertinente acerca del desarrollo de esas formaciones del cerebro en los primeros dos años de vida. No es solo la manera en que esta información muestra el valor y refinamiento de los conceptos de Gestalt, sino que tambi\én genera posibilidades futuras cuando revisamos estos descubrimientos a trav\és de los lentes de la Gestalt.
En mucho, he usado la información adquirida por Alan Schore como fuente de la investigación neuronal. Debido a que el aspecto t\écnico de este tema pudiera dificultar lo que quiero hacer aquí, he usado el menor número de t\érminos t\écnicos que me ha sido posible. Para quienes est\én interesados, he incluido la información neurológica que sustenta mis aseveraciones en los pies de página.
A trav\és de este artículo veremos los factores que moldean el desarrollo del sentimiento de vergüenza y pertenencia del niño. Como fundamento de esta exploración revisemos lo que desde la perspectiva de campo de la teoría de la Gestalt significa la vergüenza. (Lee, 1995).
¡Qu\é pena!
El fenómeno de la vergüenza incluye mucho más que lo que el comúnmente se reconoce como haber hecho algo mal, que da como resultado sentirse avergonzado, o ser inaceptable de alguna manera. En su esencia, la vergüenza significa esconderse (Tomkins, 1965). Es nuestra manera de tratar de protegernos a nosotros mismos o a los otros, cuando percibimos que no seremos bien recibidos (Lee, 1995; Lee & Wheeler, 1996) Esta es la forma cotidiana en la que usamos la palabra vergüenza en el día a día aún sin darnos cuenta. Por ejemplo: nuestra respuesta común a Jenny, una niña de dos años, cuando pierde su cobijita preferida, o a Mark cuando se le cae su helado, o más dramáticamente hacia María, de 13 años, cuando acaba de fallecer su madre, o sobre cualquier incidente que implique p\érdida o adversidad de cualquier persona a cualquier edad es “Que pena”. Este sentimiento de pena no es solamente una coincidencia coloquial, sino significa que entendemos compasivamente que en estos ejemplos, los anhelos no se alcanzarán y que los pequeños involucrados tendrán que desentenderse de sus anhelos en esas situaciones. Entonces se tendrán que preparar para experimentar la pena que los esconda/proteja.
La vergüenza es la manera natural en la que nuestro cuerpo retroflecta cuando estamos fuera de balance sin suficiente apoyo, cuando tenemos un deseo/anhelo de conexión con algo o alguien, y creemos que no lograremos que este deseo de conexión se realice. Así el camino potencial de la vergüenza está entrelazado con cada ocasión en la que contactamos. La experiencia de vergüenza, de este modo, nos ayuda a identificar los lugares en los que nuestra necesidad de conexión no es posible y nos tenemos que movilizar y encontrar lugares en los que si podamos contactar.
Las formas más usuales de vergüenza, que nos ayudan cuando sentimos que no será posible la conexión incluyen timidez, pena, disgusto, ignominia, vergüenza, humillación, aún “sentirse mal” (Kaufman, 1989; Lewis, 1971; Retzinger, 1987). Irónicamente, experimentamos la vergüenza como información acerca de nosotros mismos (estar siendo inadecuados, sin valor, inapropiados, demasiado o muy poco, etc.) cuando en realidad es información sobre el medio ambiente (que los otros están preocupados, nos desaprueban, desinteresados, inconformes, sin saber cómo responder, ausentes, etc).
Como afirm\é, esta modalidad de vergüenza temporal la necesitamos para movernos en la vida y generalmente la experimentamos como decepción, pena o vergüenza. Además de otras cosas, experimentar la vergüenza de esta forma es una forma de respetar los límites del otro (de nuevo lo podemos experimentar como información acerca de nosotros mismos) La podemos ver tanto en nosotros como en los demás como manifestación de humildad. Nótese que el comportamiento de falta de respeto se considera “desvergonzado”.
Otra manera en que la vergüenza intenta protegernos a nosotros mismos o a los otros cercanos, ocurre si la experiencia de falta de recepción es muy severa (como en el abuso, la negligencia o la p\érdida de sentido) o si es constante a trav\és del tiempo; entonces la vergüenza se ligará a la experiencia de no ser recibidos, como si cada vez que tuvi\éramos el anhelo de estar en el mundo de esa forma, la vergüenza se activara automáticamente para evitar que nos movilicemos en la dirección de nuestro anhelo. Ya no será necesario que sintamos que no es posible la conexión con el medio ambiente en ese momento. En lugar de que emerja el anhelo, se dispara la vergüenza. Esto, en efecto, representa una creencia básica, una gestalt modificada, de que nuestro anhelo no podrá ser satisfecho bajo ninguna circunstancia. Este tipo de vergüenza la llamo campo de vergüenza. Kaufman (1989), quien introdujo este concepto lo llamaba “vergüenza internalizada”. Yo prefiero usar “campo de vergüenza” en el que “campo” es nuestro campo relacional.
En palabras de la Terapia Gestalt, el campo de la vergüenza es lo que Perls llamó “introyectos” (Ver Lee, 1995) y por supuesto, lo que proyectamos es nuestra vergüenza no reconocida, y en el centro de la retroflexión de Perls está tambi\én un componente de este campo de vergüenza. Entonces el desarrollo del campo de vergüenza quita la sensación de relación con el mundo y pone a la persona dentro del paradigma individualista en el que esta desconectado, solo y sometido a culpa y falta de respecto. En lugar de la excitación y la movilización de posibilidades para el logro del anhelo, la persona se queda con la sensación de desesperanza y deflación.
Con este resumen de la vergüenza desde la perspectiva de la teoría de campo de la Gestalt, movámonos al otro extremo de la polaridad, al desarrollo de la pertenencia en el primer año de vida.
El desarrollo emocional/neurobiológico en el primer año de vida
En las dos últimas d\écadas ha habido una explosión de información sobre el desarrollo emocional/neurobiológico en el primer año de la vida del niño. La investigación nos muestra actualmente que la primera tarea del desarrollo psiconeurológico durante este periodo es engrasar el cerebro del infante para experienciar y tolerar cantidades cada vez mayores de euforia/excitación, unidas a la experiencia intersubjetiva con un cuidador conocido. La importancia de la relación en este proceso es enorme como lo afirma Schore (1998) resumiendo la investigación neurobiológica y relacional en el campo:
En el curso de este año, la relación primaria infante/cuidador co-construye e incrementa el sistema dinámico cada vez más complejo de mutuas y recíprocas influencias que permiten la formación de un lazo de apego en la diada. Este mecanismo interactivo regula los estados psicobiológicos del infante, de tal manera que le permite tolerar cada vez mayor intensidad y duración en los niveles de excitación, modulándolos. Este logro ontogen\ético, central para el desarrollo humano, le permite al infante experienciar altos niveles de afectos positivos de inter\és-excitación y gusto-alegría para el final del primer año (p.58)
Este es un ejemplo de cómo las enseñanzas surgidas de la investigación neurobiológica apoyan y se relacionan con la teoría Gestalt de campo, desde la perspectiva construccionista, en la lógica de la interacción humana. (Ver Frank, 2001, y Wheeler & McConville, 2003, sobre desarrollo infantil.) Schore continúa diciendo que este proceso se acentúa por medio del encuentro de miradas entre el infante y el cuidador, coordinado con vocalizaciones auditivas, caricias táctiles y gestos corporales. Stern (Stern et al., 2003) describe cómo interactúan las neuronas espejo y la importancia para este proceso de los circuitos oscilatorios adaptativos. El cuidador y el infante se convierten en un sistema de energía resonante con el cuidador reflejando, y en esencia compartiendo y amplificando, los crescendos y decrescendos de los estados psicobiológicos internos del infante. (Schore, 1998; Stern, 1990)
Trevarthen (1993) describe este proceso, en su investigación sobre las interacciones madre-infante, como un mecanismo interactivo por medio del cual los cerebros más viejos se enganchan con estados mentales de percepción, emoción e inter\és de los cerebros más jóvenes. Concluye que el crecimiento neurológico del infante literalmente requiere de la interacción cerebro-cerebro que ocurre en el contexto de una relación íntima (positiva) entre el cuidador y el infante.
Esto implica que la relación de apego es un regulador esencial de la excitación (Van der Kolk & Fisler, 1994). Y además sostiene que el proceso regulador es el precursor del apego psicológico y las emociones asociadas con \él. (Hofer, 1994). Todo esto pone en relieve que la sintonía psicobiológica es el mecanismo por medio del cual se forma el lazo de apego. De nuevo, esto apoya los principios gestálticos de la primacía de lo co-construido, del contacto intersubjetivo y la importancia del campo y del apoyo en el desarrollo (Frank, 2001, y Wheeler & McConville, 2003)
Desde la perspectiva neurobiológica, como lo señala Schore (1998), la mirada de la madre (el cuidador) influencía los sustratos neuronales de la emoción por medio de la regulación de los neurotransmisores más importantes (catecolaminas, dopamina y noradrenalina) algunas de las cuales están involucradas en el ciclo euforia/excitación y otras actúan como reguladores del desarrollo neuronal.2
2 La elevación de los niveles de inter\és-excitación en la cara de la madre tambi\én inicia/apoya otros tres efectos en el cerebro del infante: (1) eleva los niveles del factor de liberación de corticotropina (CFR), un neurop\éptido producido en los centros paraventiculares del hipotálamo, que activa la movilización de energía de la división del simpático del sistema nervioso autónomo (SNA), (2) incrementa las concentraciones en plasma de noradrenalina, lo que intensifica los niveles de excitación (dominancia del simpático), que se puede observar por la elevación de los niveles de actividad del infante y (3) la elevación en los niveles de los opiáceos endógenos (endorfinas) que bioquímicamente intervienen en los comportamientos placenteros en las interacciones sociales, afectos sociales y vinculación. Lo último ocurre por medio de la activación del segmento ventral del sistema de la dopamina. (Schore, 1998)
Schore puntualiza que el centro de control del desarrollo de esta estructura neuronal en el cerebro del infante está localizado en el córtex orbitofrontal derecho, un área del córtex prefrontal escondido detrás de la órbita del ojo derecho. Esta área, que está aprendiendo a monitorear niveles cada vez más elevados de euforia/excitación de acuerdo con la experiencia inter-subjetiva con el cuidador, está sometida a un inmenso crecimiento neuronal durante este periodo. (Para profundizar en los detalles acerca de las vías proyectadas en varias de las áreas límbicas del cerebro ver Schore, 1998.)
Ya para el final de este primer año, conforme el infante comienza a dar sus primeros pasos, el córtex orbitofrontal está lo suficientemente desarrollado para que el infante sea capaz de accesar modelos de trabajo interno que incluyen una mayor variedad y complejidad en las expectativas de empatar y ser igualado por otro, así como una mayor habilidad para participar en los estados y experiencias de los otros. Este incremento en la habilidad innata del niño de evaluar tanto a sí mismo como al otro para encontrarse en un mutuamente apoyador, estado intersubjetivo de excitación con el cuidador, le permite dar los primeros pasos en el inicio de los fundamentos cognitivo-emocionales necesarios para el próximo paso en el desarrollo neurobiológico. (Schore, 1998; Stern et al., 2003; Trevarthen, 1993)
Vergüenza en un tono menor
La normalización de la decepción
En el segundo año de vida, una tarea opuesta a la de soportar la excitación se vuelve el punto focal. Con los primeros pasos, el infante puede ahora explorar el mundo considerablemente más independiente que durante el primer año de vida. Sin embargo, con esta ampliación en su habilidad viene la tarea parental de proveerle límites lo suficientemente seguros para la exploración segura del infante. Esto conlleva una alteración en las interacciones infantecuidador y un reto en la negociación de este panorama cambiante para lograr un nuevo ajuste. Schore (1998) estima que para los10 meses, un 90% del comportamiento del cuidador tiene que ver con afecto, juego y cuidado; Sin embargo, para cuando el infante alcanza los 13 meses, los cuidadores expresan una prohibición cada 9 minutos en promedio.
Recordemos que durante el primer año, el infante tiene la expectativa que las nuevas experiencias de inter\és o alegría llegarán básicamente con la mirada/abrazo de aprobación del cuidador. Sin embargo, en el segundo año ya no hay muchas ocasiones en las que el cuidador, debido a la seguridad o a otras consideraciones, no continúa manteniendo esa interacción para apoyar el comportamiento del infante y no entra en el estado de co-regulación de excitación que el infante espera, y en su lugar instituye algunos límites que percibe como adecuados. Desde la perspectiva del infante, de acuerdo a lo que discutimos anteriormente, podríamos decir, “Que vergüenza/pena” Y de hecho, esa interrupción en el anhelo del infante de conexión apoyadora de la excitación dispara la experiencia de vergüenza, aún cuando un cuidador sintonizado podrá convertir sabiamente la inhibición en un modo de cuidado amable. Como Schore (1998) dice:
La consecuencia del rompimiento de la anterior comunicación visual- afectiva dispara un repentino shock inducido de deflación del afecto positivo y el infante entonces es impulsado dentro de un estado en el que \él o ella no pueden aún auto-regularse. La vergüenza representa este rápido estado de transición de un estado positivo pre-existente a otro negativo. (p-65)
Esto, por supuesto, facilita que el infante detenga la movilización de su anhelo a trav\és de la experiencia involuntaria de un penoso estado de distr\és, caracterizado por “un repentino detrimento en la elevación del placer, una rápida inhibición de la excitación y una desaceleración cardiaca”3 (Schore, p.66)
Schore dice que la experiencia de vergüenza aparece mediante la producción de corticoides4 que inician el proceso de retiro y menciona dos de estos corticoides -cortisol y corticosterona.5 Otros reportan que aún los pequeños y cortos incrementos en los niveles de corticoesteroides inducen la inhibición y el retraimiento (Stansbury & Gunnar, 1994). Schore ve esta experiencia de vergüenza interpersonal-dependiente en el infante, que pasa de un estado de mayor excitación a uno de moderación inhibitoria de conservación-retiro que sobreviene en las situaciones de debilidad y desprotección.6
Qu\é tanto el infante permanece en este estado de estr\és es un factor importante. (Schore, 1998, p. 66) (Se agregaron las cursivas)
Esta cita tomada de Schore tiene un significado especial. Si el infante permanece mucho en este baño de vergüenza de corticoesteroides, la literatura lo describe como trauma. Por supuesto, los padres en sintonía con el infante intuitivamente lo entienden y no permiten que suceda. En este caso, el cuidador bien sintonizado rápida y comprensivamente restablece el vínculo que sirve para regular y metabolizar la vergüenza que se ha disparado restableciendo el límite. Desde la perspectiva de campo de la Gestalt el infante está transitando desde una experiencia de pertenencia (teniendo inter\és o una experiencia de gozo y el deseo de compartirla) a una experiencia de no pertenencia (su cuidador no satisface su anhelo) y finalmente a una experiencia de reparación del vínculo de pertenencia (el restablecimiento del vínculo de excitación). En el proceso, el córtex orbitofrontal estará más organizado:
El disparo súbito de vergüenza refleja una alteración en el estado psicobiológico del infante y el inicio de una reacción de estr\és, manifestada por niveles elevados de corticoesteroides en el cerebro del infante (lo cual inicia un estado de dolorosa inhibición)… Pero durante los periodos críticos de maduración cortical esas neurohormonas hacen más que solo circular durante los periodos de estr\és -de hecho, tienen una influencia directa en el crecimiento del cerebro-… Las experiencias de vergüenza durante el desarrollo entonces
3 La desaceleración cardiaca se logra vía los impulsos vagales en la m\édula.
4 Los corticoides son hormonas esteroides que son secretadas por el córtex de las glándulas suprarrenales en respuesta a daños severos o al estr\és y que influyen en el metabolismo de los hidratos de carbono acelerando la síntesis de glucosa, regula la presión arterial, afecta la respuesta inmunológica y regula la inflamación (Coleman, 2001).
5 Algunos otros investigadores han reportado haber encontrado una conexión entre la vergüenza y la elevación en los niveles de los corticoides (En particular del cortisol) Para ejemplos ver a: Dickerson & Gable, 2004; Dickerson, Gruenewald, & Kemeny, 2004; Lewis & Ramsey, 2002; and Tops et al., 2006. Al mismo tiempo la relación entre la vergüenza y los corticoides, así como el daño que los corticoides pueden hacer, parece ser compleja y tambi\én tiene que ver con el rol de los receptores (de Kloet et al., 1999; de Kloet et al., 2005; Stansbury & Gunnar, 1992).
6 El inicio de la interactividad disparada por el estado de vergüenza entonces representa una movilización repentina del simpático para conservar la energía de la actividad del parasimpático dominante de la actividad del SNA, una transición rápida de un estado de hiperactividad a otro de hipoactividad y que súbitamente cambia de ergotrópico (manejado por el simpático) a trofotrópico (manejado por el parasimpático)…En tal estado de transición psicobiológica, la poderosa euforia simpática, el despertar intensificado y los altos niveles de actividad se evaporan instantáneamente. (Schore, 1998).
inducen a una reorganización neurobiológica de los circuitos evolutivos. (Schore, 1998, p. 68)
A trav\és de estas experiencias de vergüenza y reparación en el segundo año, el infante comienza a desarrollar una importante habilidad para regular su excitación cuando no hay un encuentro con sus otros significativos. La localización de este control del aprendizaje es otra vez el córtex orbitofrontal.
Es importante subrayar la importancia de esta experiencia de la cual depende la maduración del córtex orbitofrontal.7 Desde la perspectiva de campo de la Gestalt y por mi experiencia clínica, lo que esto representa es la normalización de la desilusión, -o dicho de manera más concisa- el comienzo de la inclusión de la desilusión como herramienta del sentimiento de pertenencia. A trav\és de este proceso diádico de desilusión y reparación, experiencias/formas más pequeñas de vergüenza tales como la desilusión se integran a la experiencia de pertenencia. Entonces, la desilusión se convierte en una herramienta que puede estar disponible para ser usada a lo largo de la vida como parte del aprendizaje. Así, si este proceso se acepta y se entreteje, con un mínimo de desconexión y reparación apropiadas, el niño comienza a entender/aprender que aún cuando no encuentra esa mirada que amplifica/regula la excitación, eso no significa que no pertenece, y aprende que lo que significa es que su cuidador regresará a conectarse muy pronto.
¿Lo que se ha descrito hasta ahora, es una parte significativa en el desarrollo de la confianza básica? Ciertamente es un elemento crucial en la capacidad de vivir la vida en general -de experimentarse a sí mismo como digno de ser amado y valorado, de ser capaz de estar en armonía con la experiencia del otro en el campo, de tener acceso a fuentes de conexión, y de ser inclusive creativo en la resolución de problemas. Si esto no se logra de forma apropiada, el d\éficit lleva al desbalance y al ajuste creativo aislado o sobre-agresivo que al paso del tiempo lo conducirá a terapia o a diferentes fuentes de control social.
Sin el desarrollo de este tipo de circuitos cerebrales, la desilusión se convierte en un disparador y conduce a experiencias más profundas de vergüenza. Esta es la experiencia de no pertenecer y de: “este no es mi mundo”, que conlleva una sensación de insignificancia, que es la forma protectora de echarse para atrás cuando el medio ambiente severa o consistentemente no ofrece un camino de conexión incluyente y significativo. (Cuando hablo de falta de sintonía aquí y en otros momentos, no deseo culpar a los padres. Esta es un área en la que los padres necesitan mucho apoyo, especialmente si no han tenido la suerte de haber recibido esta clase de sintonía de sus propios padres)
Como nota al calce, los hallazgos de la investigación, de la necesidad de recibir más reparación en la re-conexión despu\és de las experiencias de vergüenza en situaciones limitadas, habla mucho en contra de la práctica comúnmente aceptada de disciplinar al niño de cualquier edad usando t\écnicas de aislamiento tales como mantenerlo solo en una habitación aislada despu\és de un mal comportamiento. Los defensores de tales t\écnicas pueden responder que lo que se intenta es darle al infante una oportunidad de pensar sobre lo que hizo y reorganizarse de
7 “Esta organización incluye una fina alteración del descenso de las proyecciones del córtex prefrontal a las estructuras subcorticales que sabemos que maduran durante la infancia. De importancia particular es el crecimiento de los axones prefrontales que regresan de los destinos subcorticales de las neuronas noradren\érgicas en el núcleo del tracto solitario de la formación reticular del tallo cerebral caudal y el complejo vagal en la m\édula… y en las áreas autónomas del parasimpático del hipotálamo… Mediante este proceso la organización de los laterales del cerebro anterior, cerebro medio tegmental circuito límbico que la excitación frena y activa, el inicio de un estado de inhibición se ha completado. (Schore, 1998, p 69).
otro modo. Ciertamente, esas t\écnicas proveen del tiempo para que los padres u otros cuidadores se organicen dándoles apoyo. Pero lo que el niño necesita es más relación, no aislamiento en tales momentos. Es por esto que instituciones que trabajan con niños mayores o adolescentes y que operan sobre bases relacionales hacen que el niño encuentre a un compañero y extienda sus brazos sobre \él durante los momentos de disciplina. (Ver Kanner & Lee, 2004). El truco es encontrar un m\étodo de disciplina que restablezca la relación y al mismo tiempo apoye a la totalidad del campo.
Para regresar al tema del desarrollo con un cuidador sintonizado en la infancia temprana, Schore sugiere que, con la experiencia-dependencia del crecimiento neuronal en el primero y segundo año de vida, el córtex orbitofrontal se convierte en el centro de control de la interacción social.8 Desde la perspectiva de campo de Gestalt, esto sugiere que el córtex orbitofrontal es el monitor de la vergüenza y la pertenencia en el campo.
La Vergüenza mayor El desarrollo del campo de la vergüenza
Como mencion\é anteriormente, si el niño permanece demasiado en la experiencia de vergüenza, entonces nos encontramos con que los estudiosos llaman trauma. Hay evidencia significativa de que eso lleva al desarrollo del campo de vergüenza. Kaufman (1989) ha hablado mucho acerca de cómo las experiencias traumáticas son el mayor origen de campo de vergüenza. (De nuevo, Kaufman lo llama “vergüenza internalizada”). No sorprende que lo que Schore identifica como el agente de la experiencia de vergüenza, llámese la descarga de corticoesteroides, ha sido largamente asociado con la evolución del trauma. Además, el campo de la vergüenza ha sido co-relacionada fuertemente con los diagnósticos del DSM IV y AXIS I. (Cook, 1994). Entonces no sorprende que el incremento en los niveles de corticoesteroides (en particular, cortisol) se asocien con muchos de esos mismos diagnósticos. Algunos de esos resultados adversos ligados con los altos niveles de corticoesteroides son:
- Una dosis única de corticoesteroides durante el desarrollo temprano retrasa la maduración de las potencialidades auditivas-visuales y somato-sensoriales (Trad, 1989)
- La exposición del cerebro en desarrollo a los corticoesteroides afecta la mielinización (la protección que cubre las neuronas) a la morfología neuronal (la poda prematura de c\élulas durante la etapa crítica del desarrollo temprano), a la neurogenesis (la formación de nuevas neuronas) y la sinaptogenesis (la formación de las conexiones de sinapsis entre las neuronas). (Schore, 1997; Teicher et al., 2002)
- El cortisol inhibe los procesos inmunes y los inflamatorios. (Teicher ei al., 2002)
- El aumento en los niveles de corticoesteroides ha sido asociados a la sintomatología del PTSD (Trastorno de estr\és postraumático). (Schore, 1997)
8 Schore (1998) puntualiza: “Junto con el desarrollo temprano del cerebro medio-límbico del cerebro anterior del circuito, el sistema orbitofrontal ahora se conecta en ambos circuitos límbico tanto excitatorios como inhibitorios. Sus conexiones directas con el hipotálamo lo habilitan para actuar como un importante centro de control del sistema nervioso central en la movilización de las ramas de la energía-parasimpático simpático y la conservación de la energía-del sistema nervioso autónomo.” (p.69)
- Los niveles elevados de cortisol has estado asociados tanto con depresiones mayores de niños y adultos como con distimia, así como con la experiencia de desamparo, insignificancia y con el suicidio. (Trad, 1989).
- Se encontró en los niños que perdieron a sus padres en el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001, tuvieron incrementos en sus niveles de cortisol asociados con el incremento significativo de desórdenes psiquiátricos que tienen que ver con ansiedad y PTSD. (Trad, 1989).
- La no-supresión de cortisol se ha asociado con la anorexia nervosa, bulimia y la adicción a los opiáceos. (Trad, 1989)
Consideremos un estudio reciente que involucra a madres y lactantes (Morelius et al., 2007). Las madres fueron seleccionadas en este estudio debido a sus dificultades de armonización y que en consecuencia los pequeños habían desarrollado dificultades de apego. (Repetir nuestras respuestas compasivas para tales situaciones. ¡Qu\é pena!) Se descubrió que la inatención materna (del cuidador) incrementa los niveles de corticoides (Teicher et al., 2002), que como se mencionó anteriormente, son los detonadores de las experiencias de vergüenza. El grupo de Morelius encontró que los niveles de cortisol se incrementaban tanto en la madre como en el lactante durante el cambio de pañales. Desde nuestra teoría anterior, la necesidad tanto de la madre como del lactante de desviarse de sus anhelos de conexión de uno con el otro, a trav\és de la experiencia de vergüenza, bajo estas circunstancias es comprensible. El tratamiento con esas madres buscó incrementar su sensibilidad hacia las señales del beb\é, y los niveles de cortisol, tanto en la madre como en el pequeño decrecieron a los niveles normales en las diadas en las cuales el lactante tenía menos de tres meses de edad. Sin embargo, los niveles de cortisol no decrecieron en pequeños mayores de tres meses. Morelius et al. concluye:
De acuerdo con los resultados del presente estudio, una intervención temprana es de gran importancia. Por lo tanto necesitamos continuar con el apoyo temprano y ayudar a las madres en riesgo psicosocial a desarrollar la relación lactante-madre para proteger a los lactantes de riesgos para su salud con consecuencias a largo plazo. (p. 137)
Creo que la cantidad de consecuencias para la salud a largo plazo mencionadas arriba son el desarrollo de un campo de vergüenza, que representa la creencia constante de que no es posible que el anhelo de conexión sea satisfecho.
La necesidad de diagnosticar desde la perspectiva de campo
En el ejemplo anterior, sobre la mala adaptación de las madres y los lactantes, subraya la importancia del diagnostico desde la perspectiva de campo, para entender el campo humano en el cual se presentan los síntomas y ese tipo de compartimento. En una exploración más amplia del concepto, consideremos el dilema del pequeño que no tiene la suerte de tener unos padres que tengan la habilidad o lo apoyen en esta forma vinculatoria. La caída en la vergüenza, para el niño, sin la reparación necesaria que viene con el restablecimiento de una conexión vinculatoria, es inevitable. Como lo reconocimos antes, esta es una experiencia tóxica. Si le es posible, el pequeño desarrollará una estrategia, sin darse cuenta, para evitar experiencias similares de vergüenza en el futuro. Desde este punto de vista, los ajustes creativos que más tarde aparecen en terapia pueden ser vistos, en muchos casos como intentos de evitar estas horribles experiencias de vergüenza, que en el pasado no fueron seguidas por una experiencia de reparación.
Siguiendo con esta línea, Teicher et al. (2002) afirma que el cerebro se modela y esculpe por medio de la experiencia. Esto sugiere que las alteraciones en la estructura del cerebro, generadas por las experiencias tempranas de exposición a corticoides, son lo que llamaríamos en t\érminos gestálticos ajustes organísmicos creativos que se hacen al servicio de la sobrevivencia:
… hipotetizamos que… la negligencia o el maltrato postnatal provoca una cascada de respuestas de estr\és [la descarga de corticoides] que instaura el cerebro para desarrollar un patrón específico seleccionado para facilitar el \éxito reproductivo y la sobrevivencia en un mundo de deprivación y lucha. Este patrón, sin embargo, es costoso porque está asociado con el aumento en el riesgo de desarrollar serios desórdenes m\édicos y psiquiátricos y es innecesaria y poco adaptativa en ambientes más benignos. (P. 17)
Esto implica que el ajuste creativo del pequeño debe encajar con las condiciones ambientales presentes en la familia. ¿Cuáles son las posibilidades? Quizá el niño aprenda a evitar el insoportable baño de corticoides asociado a la vergüenza no atendi\éndola. Si solamente vemos los síntomas, podríamos diagnosticar al pequeño con un Desorden de D\éficit de Atención. O quizá el pequeño descubre que si el/ella activa su energía movi\éndose rápidamente, puede, al menos parcialmente, evitar la experiencia de la insoportable vergüenza. En este caso, si solamente notamos su comportamiento, podríamos diagnosticarlo con un Trastorno por D\éficit de Atención con Hiperactividad.
La agresión es una estrategia frecuentemente usada para tratar de evitar la vergüenza. No sorprende que desde el punto de vista de Gestalt, como Perls consideró, el primer paso para deshacer la neurosis es restablecer la habilidad de la persona de agredir. Mientras que esta estrategia es útil, no notará la vergüenza oculta. (Lee, 1995) El ciclo vergüenza-rabia como una manera de evitar la vergüenza fue señalado y estudiado por Retzinger (1987) varios años atrás. Desde el punto de vista neurohormonal, muchos investigadores han descubierto que los niveles elevados de cortisol no están correlacionados con la hostilidad, la agresión física o el comportamiento delictivo (Popma et al., 2007)
Un estudio reciente que se interesó por la relación entre el conflicto interparental y el desajuste infantil, Davies et al. (2007) encontró que la disminución en la reactividad al corticol estaba relacionada con los reportes parentales de la externalización de síntomas y la exhibición de comportamientos problemáticos. Es interesante que los investigadores fueran capaces de determinar, a trav\és de su diseño de investigación la disminución de los niveles de cortisol que causan esta agresividad, como adaptación creativa de cara al constante conflicto parental.
Desde mi punto de vista, los niños, en estos ejemplos han adquirido un campo de vergüenza, que controla la aparición de sus anhelos subyacentes de conexión, y han aprendido a enmascararlos y manejarlos a trav\és de la agresión. (Ver Kanner & Lee, 2004 para una descripción de cómo trabajar con adolescentes desde una visión relacional)
Todo esto subraya la importancia de entender el contexto familiar en el cual los síntomas y el comportamiento del niño se manifiestan. ¿Qu\é es lo que el comportamiento y los síntomas del niño dicen acerca de las necesidades ocultas de apoyo en la familia en general? Responder esta pregunta significa asumir y apreciar la humanidad de la familia y apreciar las conexiones familiares más ampliamente.
Sumario
Iniciando en la niñez y continuando a trav\és de la vida, las experiencias se vergüenza son siempre un intento de proteger (tanto a nosotros mismos como a los otros), que se presenta automáticamente echándonos para atrás, cuando percibimos que no seremos bien recibidos y que no tenemos apoyo suficiente. De formas sutiles (Por ejemplo: con timidez, pena y desilusión) nos ayuda a identificar los lugares en los que pensamos que no nos podemos vincular. La investigación en neurobiología nos ayuda a comprender más cómo el poner un límite gentil o cuidadoso, seguido por el restablecimiento del lazo de excitación, en nuestra vida temprana, normaliza este proceso (normaliza la frustración) como una herramienta que forma parte del proceso de pertenencia y sirve para la vida.
La investigación neurobiológica tambi\én confirma que si el infante es, severa y consistentemente mantenido durante periodos largos en la experiencia de vergüenza y no hay una experiencia de reparación del lazo de pertenencia, se desarrolla un trauma y un campo de vergüenza.
Todo esto apunta hacia la necesidad de reconocer y entender el campo contextual, en el cual se están presentando los síntomas, cuando llevamos a cabo un diagnóstico. Reconociendo los signos de vergüenza en un individuo abrimos las puertas a la sanación y a la pertenencia en campos más amplios que sin esto ni siquiera se hubieran reconocido.
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